25/9/09

Sueños rotos...

Pasan 20 minutos de las 4 de la madrugada... Hoy al menos no he estado dando vueltas en la cama. Acabo de llegar de una de esas típicas noches de jueves en Madrid.

Todo empezó con una invitación a uno de esos conciertos trampa (ya sabes, toca el grupo de un amigo de un amigo y te toca ir a apoyar, pagando para ver a una banda que ni conoces ni, generalmente, te gusta). Tras el placer del reencuentro postveraniego y del desubrimiento de nuevas amistades, llegó la primera sorpresa de la noche: El concierto era gratis y el garito no estaba mal... El grupo maaaaalo, maaaalo, malo, perpetrando un pseudorock más falso que un amigo de feisbuk.

Tras el concierto y un par de hamburguesas del Mcdonald´s de Gran Vía (sazonadas con un pequeño rifirrafe con una de las prostitutas de Montera con más hambre y prisas que civismo) decidimos (o deciden, en la noche hay que ser flexible a veces) adentrarnos en Malasaña y visitar La Vía Láctea... Nunca llegaremos a entrar en el bar.

Por el camino, entre dos coches cubiertos de una espesa capa de polvo blanco, como talco, encontramos un enorme amasijo de fotos, negativos, tiras de prueba y viejas cintas de vhs abandonados en el suelo. Nos detenemos a curiosear y resulta que son los restos desechados de varias generaciones de actores que no alcanzaron el olimpo del cine subvencionado.



Escarbando entre rostros llenos de juventud y sueños de gloria, videobooks, recortes de prensa, contratos, correspondencia personal y hasta fotos de bodas, nos asalta la inquietante duda de cómo acabaron todas esas jóvenes promesas desparramadas por la calzada de una calle madrileña y cómo serán sus vidas y sus caras ahora, 20 años después... Supongo que la inquietud es mayor en mis compañeros, ya que todos son representantes de una nueva generación de actores con rostros llenos de juventud y sueños de gloria. Durante unos instantes, el temor latente que acompaña a todo actor aflora y al verse reflejados en esos despojos abandonados, como en un espejo roto, son conscientes de que tal vez nunca alcancen el olimpo del cine subvencionado... Recogemos las fotos que más nos gustan y nos dirigimos al bar más próximo a meditar sobre el asunto.


Despúes, un par de cervezas más mientras inventamos historias que den vida a las caras impresas en paplel y bailamos al son de viejas melodías de décadas pasadas... Bueno, mientras bailan, porque yo ejecuto un estudiado bamboleo: Lo justo para no estar como un pasmarote en mitad de la pista, pero dejando claro que esa no es mi música.

Mientras pagafanteo un rato y acompaño a una amiga a su casa, retrocedemos varias calles para recoger más fotos que nos ayuden a componer la historia: Nuestra protagonista es una fotógrafa que encuentra la misma escena que nostros, toma varias fotografías y negativos, se enamora de uno de los actores fotografiados y lo que comenzó como una mera curiosidad se transforma en la obsesiva búsqueda de un rostro que dejó de existir hace más de 20 años...

Pd. Con un poco de ganas, trabajo y suerte, algún día os postearé el corto... Y como despedida, otra micropieza que realizamos para el concurso de ráfagas del Programa Miradas de la 2.

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